El pasado 13 de enero, se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra La Depresión, uno de los trastornos mentales más frecuente, afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, en la actualidad es la primera causa de discapacidad, de hecho en Chile, la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 indicó que la prevalencia de depresión en adultos fue 6,2%, superior en mujeres que en hombres y la sospecha de depresión fue de 15,8% para la población total, nuevamente con mayor presencia en población femenina que masculina, casi duplicando la prevalencia mundial, que se estima en la actualidad en un 3,8%. Una organización como Saluta, especializada en Telemedicina para la Salud Mental, (www.saluta.org) registra que: “en Chile de 25.177 diagnósticos registrados en su plataforma de telemedicina, desde el 1 de abril de 2020 hasta 1 de enero de 2023; 10.824, es decir, el 43% están relacionados con depresión. Entendiendo que en salud mental los diagnósticos son categoriales, la distribución sí demuestra la alta prevalencia que existe en la consulta.
El escribir unos días después de la fecha de conmemoración tiene un sentido, porque efectivamente las conmemoraciones, en general, permiten visibilizar luchas específicas, alinear a los medios de comunicación frente a un tema y con ello llegar a más personas, al final relevar y hacer prioritario un tema, canalizando los focos de atención para que todos estemos sensibilizados educando, brindando pautas para un diagnóstico precoz e incluso presionando a las autoridades a darle también la trascendencia en la agenda pública a estos temas. Sin embargo, para las organizaciones comprometidas con la salud mental, la “lucha” continúa de manera incesante. Decantada toda la información y luego de la explosión que a su vez genera la conmemoración, se pueden obtener incluso otras perspectivas; de ahí la importancia de las conmemoraciones, los días de, pero también la importancia de canalizar la información que se generó.
Desde mi punto de vista, uno de los grandes efectos que genera esta visibilización es la disminución del estigma y la posibilidad de incentivar la consulta precoz. Para el caso de la depresión, es relevante, porque se tiende a encasillar, usar de manera ligera y casi despectiva la categoría de depresión en las variaciones habituales del estado de ánimo, es común escuchar “estoy depre” cuando se experimenta las respuestas emocionales a los problemas de la cotidianidad. Estas emociones que resultan ser pasajeras, son distintas a la depresión, una enfermedad compleja, que implica sufrimiento, larga duración e intensidad moderada a grave, que se presenta con una alteración de las actividades cotidianas ya sea laborales, familiares, o de cualquier tipo; tiene una amplia variedad de síntomas, que pueden ir desde la tristeza, la ansiedad a la irritabilidad. También se pueden presentar síntomas cognitivos como la dificultad de atención y concentración o de memoria, junto con síntomas físico, incluso, por ejemplo: cambios en el apetito, alteraciones en el sueño, dolor de cabeza; todos estos síntomas impactan la calidad de vida de las personas y suelen estar presentes todo el día. El usar de manera banal el diagnóstico depresión, resulta relevante, no solo por el impacto en el estigma, si no también, por la pérdida de foco que para el sistema esto puede traer, es decir, se pueden ocupar los servicios de manera indiscriminada, es ahí, donde creo que se obtiene el otro gran beneficio, y es en hacer hincapié en la promoción de la salud mental, en consumir información contrastada y hacer un uso responsable y adecuado de las redes sociales, una gran arma para esa lucha, pero puesta en las manos correctas.
Hablar de Promoción de la Salud Mental, en este caso, asociado a la depresión, implica poder informar de manera adecuada qué es depresión y qué no es, cuándo se trata de tristeza, cómo la gestiono, cómo identifico mis emociones y cómo las proceso. Creo que en el campo de la Salud Mental la visibilización producida en estas conmemoraciones, el foco, las luces, los medios, aportan en el sentido de hacernos conscientes, de “sacar del closet a las enfermedades mentales” como la depresión, de aportar en la reducción del estigma, así, al hacerlo parte de la conversación cotidiana facilita la identificación individual y colectiva. Un siguiente paso será aumentar el énfasis en la intersectorialidad, en cómo se visibiliza el rol de otros sectores como el educativo, el medio ambiental o el mismo sector empresarial, cómo aportan en promover la salud mental entendiendo que ya existen grandes avances, organizaciones comprometidas.
La pandemia y todos sus efectos mostró la fragilidad de los sistemas de salud, el aumento de la prevalencia de la depresión que se ha expuesto da cuenta de la necesidad de intervenir de manera integral y fortalecer los sistemas de salud y los servicios de salud, entendemos que la innovación de manera general es una respuesta, si concentramos nuestros esfuerzos en la intersectorialidad, en la promoción de la salud mental y en esa línea entregar herramientas para aumentar nuestra capacidad de resiliencia, podemos dar el giro necesario para enfrentar el actual escenario.
Referencias
1.https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response
2.Afrontando la crisis en salud mental ¿cambio de enfoque? parte 1