La introspección al ser un mecanismo de percepción interna provee de conocimiento respecto a los estados mentales propios, siendo automática. La consciencia del estado mental está basada en la autoridad para reconocer lo que sucede a nivel interno, destacando la sinceridad como elemento principal para reconocer la existencia del autoconocimiento. Poder utilizar esta herramienta a favor implica dar el reconocimiento de las emociones y percepciones internas al momento de describir nuestros procesos internos.
De este modo podemos decir que el autoconocimiento consiste en tener la capacidad para poder centrar la atención en nosotros mismos y, por consiguiente, ser conscientes de nuestra identidad, compuesta por pensamientos, emociones y conductas, lo que incluye el reconocimiento de nuestras capacidades, fortalezas y debilidades. El autoconocimiento es algo que nos ayuda a alcanzar metas personales, dado que a raíz de esto es que podemos modificar conductas desadaptativas al saber de la existencia de patrones disfuncionales que nos llevan a experimentar malestar general.
Establecer metas adaptadas a nuestros valores representa el sentido de agencia, que es el que nos otorga la capacidad para orientar el conocimiento en función de lo que queremos lograr. De no conocer las aspiraciones personales, las emociones, las necesidades y las motivaciones implica que nuestro comportamiento esté dirigido por la base de los prejuicios, deseos impulsivos y respuestas automáticas para la supervivencia, tal y como si se estuviera viviendo en piloto automático.
Entender que nuestro mundo interno está compuesto por emociones que han influido en la experiencia, el comportamiento y la expresión de dichas emociones de manera asertiva es esencial para poder entender las creencias y nociones que tenemos sobre nosotros mismos. A su vez, el logro de metas se asocia a la confianza que se tiene sobre las capacidades propias para el logro de metas.
Una vez que se tiene en cuenta que el autoconocimiento no solo se trata de reconocer los estados mentales, sino de valorarlos y aceptarlos en el margen de la experiencia personal, se puede tener mayor conciencia sobre lo que nos define en torno al desarrollo de la identidad y los valores que la componen, es decir, lo que se aprecia y se cree que es importante para potenciar las fortalezas que se han forjado en el camino, reconociendo que todo proceso emocional es válido y que la comunicación asertiva de estas experiencias forma parte del bienestar. Prestar atención a lo que ocurre en nuestro mundo interno y hacernos cargo de ello implica hacer un buen uso del autoconocimiento.
Esto nos lleva al desarrollo del autoconcepto, que es definido como un margen de referencia para la interpretación de la realidad interna y externa, lo que posiciona las expectativas desde nuestras propias creencias. Este término, al igual que el autoconocimiento es algo que favorece el sentido de la identidad y la consciencia que se tiene de esta, siendo parte de la dimensión cognitiva. El autoconcepto consiste en apreciar las experiencias y vivencias, de manera que se va desarrollando conforme existan nuevas vivencias a lo largo del ciclo vital, por lo que no es algo innato, no es algo que preexiste en nuestra mente.
Al estar en constante desarrollo, el autoconcepto puede desprenderse en las siguientes categorías:
- Físico: en este aspecto se hace referencia a la percepción que se tiene sobre la apariencia en conjunto con las habilidades y la competencia para realizar alguna hazaña física.
- Académico: trata de la valoración que se tiene respecto a los fracasos y éxitos en la experiencia académica.
- Social: hace referencia a las relaciones sociales y la habilidad que se tiene para resolver conflictos, asimismo, tiene que ver con la adaptación al medio.
- Personal: es la percepción que se tiene sobre la identidad, la responsabilidad, la autonomía y el autocontrol.
- Emocional: es la sensación de satisfacción y bienestar en torno al equilibrio emocional, relacionado con la seguridad, la confianza y la aceptación sobre nosotros mismos.
Las vivencias personales están compuestas por diversos factores y muchos de ellos tienen que ver con la manera en que interactuamos con las nociones internas, es decir, con nuestras creencias, valores y percepciones respecto a los estados mentales. Ser conscientes de la experiencia interna es una forma de configurar el mundo externo y modular las conductas que tenemos en relación con las emociones que experimentamos. Valorar cada uno de estos procesos como parte de algo relevante en el desarrollo de nuestra vida implica poseer mayor autonomía al momento de tomar decisiones y pensar de manera crítica cómo es que nuestro comportamiento puede influir de manera positiva o de manera negativa en el entorno es lo que destaca al autoconocimiento.
Autor(a): Psicóloga Nicole Caroline Moreno Vilches – Saluta Centro de Salud Digital
Referencias
Chernicoff Minsberg, L., & Rodríguez Morales, E. (2018). Autoconocimiento: una mirada hacia nuestro universo interno. Didac, (72), 29-37. https://biblat.unam.mx/hevila/Didac/2018/no72/6.pdf
Prieto Galindo, F. H. (2018). El pensamiento crítico y autoconocimiento. Revista de filosofía, 74, 173-191. https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-43602018000100173&script=sci_arttext
Roa García, A. (2013). La educación emocional, el autoconcepto, la autoestima y su importancia en la infancia. Edetania, (44), 241-257.