La asertividad es concebida como una forma de aceptar y valorarse a sí mismo, donde la comunicación se caracteriza por tener una postura propia, donde existen opiniones personales que se defienden, sin desmerecer las opiniones del contexto ajeno. La expresión de necesidades de manera clara y directa en el momento adecuado es algo que determina la comunicación asertiva.
Es considerada como un modelo exitoso en la comunicación humana, demostrando poseer habilidades complejas como la empatía, la aceptación incondicional y la autenticidad, bajo el manto de la autoestima, el respeto hacia las demás personas y la confianza en sí mismo.
Por su lado, la empatía, al formar parte de la comunicación asertiva, se destaca por su función inhibidora en lo que respecta a la agresividad. Esto es producto de la capacidad para ponerse en el lugar de otra persona y comprender los sentimientos, emociones y reacciones que tiene en momentos específicos, siendo eficaz para dar comprensión a las necesidades de los otros.
Existen diferentes estilos de comunicación, los cuales son: pasivo, agresivo y asertivo, siendo este último el que se sitúa en medio de los otros dos extremos. En tanto, el estilo agresivo está asociado al desprecio y dominio hacia otras personas a través de palabras de contenido amenazante y la expresión agresiva e intimidatoria. En cuanto a la comunicación pasiva, esta tiene que ver con personas que acceden a las demandas de otras personas sin anteponer las demandas propias, además de poseer un escaso humor, volumen de voz bajo y postura distraída. Es común que un individuo que utilice el estilo de comunicación pasivo no sea capaz de defender sus propios derechos, a diferencia del estilo agresivo y el estilo asertivo.
Respecto a la comunicación agresiva, esta trae consecuencias negativas en situaciones problemáticas, puesto que al igual que la asertividad, es una conducta que intenta solucionar conflictos, solo que en este caso, la expresión verbal y no verbal representa inconformidad y falta de autocontrol, además de irritabilidad. Algo similar ocurre con la pasividad, sin embargo, lo que la diferencia de la agresividad son los impulsos reprimidos y la culpabilidad al no poder expresar la inconformidad. Existen varias razones por las cuales una persona con este estilo de comunicación no dice lo que piensa y siente. Una de estas es la creencia de que se puede herir los sentimientos de otras personas, también lo es el miedo a que otras personas se enfaden y tengan por resultado el abandono.
Los aspectos que favorecen la comunicación asertiva tienen que ver con la honestidad, el propósito al momento de comunicar una idea y el principio de no dañar a
otro en este contexto. De la misma manera, la escucha activa es imprescindible en el diálogo, dado que, para ponerse en el lugar de la otra persona, primero hay que prestar atención y tener cierto grado de interés en este intercambio comunicativo, como una muestra mínima de empatía. Comprender lo que alguien desea decirnos es el primer paso de la asertividad.
La expresión de la opinión personal en conjunto con nuestros sentimientos facilita la escucha activa en el intercambio comunicativo. De la misma manera, expresar los deseos propios también facilita la comunicación, teniendo en cuenta que es más sencillo indicar de forma clara los resultados que se desean.
Los beneficios que presenta la comunicación asertiva son:
- Relaciones interpersonales satisfactorias.
- Reduce los conflictos que se producen en la convivencia con otras personas.
- Es favorable para la mantención de emociones positivas.
- Sensación de bienestar y satisfacción.
Parte del proceso de la comunicación asertiva también tiene que ver con las sensaciones fisiológicas provocadas por emociones como la ira, puesto que se genera tensión. Sin embargo, una forma de atenuar el malestar generado por dicha emoción trata del uso de la respiración diafragmática para generar una distracción de los pensamientos rumiantes. Es bueno tener en cuenta que cada emoción displacentera que se experimenta, por mucho malestar que nos genera, son igual de valiosas que otras emociones. Entender este proceso como algo válido y natural favorece la comunicación de emociones.
Somos sujetos de cambio que están en constante evolución, por ende, siempre se puede aprender de los errores y modificar nuestra manera de comunicarnos, si es que nuestro estilo tiende a ser agresivo o pasivo.
Autor(a): Psic. Nicole Moreno – Saluta Centro de Salud Digital
Referencias
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